Año | Participación | dif e/1y2 | Blanco |
---|---|---|---|
2001 | 77.07 | 22.01 | 11.84 |
2003 | 80.50 | 5.32 | 0.79 |
Elecciones
El domingo próximo tendrán lugar las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, donde se definirán los y las candidatas para la competición electoral en el mes de noviembre, por cargos legislativos en los distintos niveles del Estado: Senadores, Diputados (nacionales y provinciales, y los cuerpos legislativos municipales.
Tan cierto como lo anterior es que nos encontramos frente a una situación muy particular, pues las elecciones tendrán lugar en medio de una pandemia y en condiciones locales muy particulares. Está claro que cada turno eleccionario es un fenómeno social complejo, pero éste en particular nos presume de su umbral de incertidumbre. Porque si bien cada elección se encuentra sujeta a las contingencias de su coyuntura, nunca se desenvuelven en el caos absoluto o en una aleatoriedad caprichosa, sino más bien lo contrario. Procesos de estas magnitudes tienden a ser conservadores en su forma de (re)producirse, los cambios abruptos sin un correlato previo que lo acompañen y expliquen, suelen ser la excepción.
Pero nuestro presente es una situación excepcional, ¿esto quiere decir que se queman todos los papeles? ¿que no podemos decir nada al respecto y que sólo nos queda esperar a ver qué pasa?, NO!. Vayamos por parte (como decía Jack), ante la gran pregunta sobre cómo se comportará el fenómeno eleccionario ésta vez, proponemos hacernos dos preguntas: ¿de qué dependen los resultados de una elección? y ¿cómo se comportan esas condiciones de las que dependen los resultados electorales?.
Para empezar a desagregar la primera pregunta de la manera más simplificada posible, cabe decir que las elecciones dependerán de la oferta electoral (sistema político) y de la recepción de esa oferta por parte de la ciudadanía (electorado). Dicho así no parece mucha cosa, pero vamos a ver a lo largo de este análisis que una premisa tan básica, encierra fuertes implicancias. Porque en la construcción de la oferta, se plasman más que las decisiones o deseos personales de los agentes políticos y en la recepción, se expresan más cosas que las meras simpatías políticas.
Construcción de la Oferta Electoral
Coordinación estratégica del sistema político
Al sistema político se lo puede pensar como un campo en el que se disputa “el capital político”, que no es ni más ni menos que la representación política y por ende la llave de la institucionalidad para administrar lo público (y lo no tan publico). Pero ¿la representación de quién? o conviene decir ¿la representación de quiénes? . También es importante decir que en esa “disputa” no solo rige la confrontación, sino también la cooperación entre los propios agentes de este campo. Esta dinámica de confrontación y cooperación por conquistar los capitales políticos, bajo la aspiración de conquistar la institucionalidad, implica el despliegue de estratégias por parte de los grupos de agentes políticos. Y estas estrategias van a estar orientadas por la resultante de la combinatoria del intento de representar a esos “quiénes”. Es por eso que se puede decir que el campo político, es un campo heterónomo, porque como dijimos, no solo juegan las lógicas particulares de cada agente político, sino la lógica de los intereses y expectativas de los representados.
Los representados, tampoco son un conjunto homogéneo ni en sus características, ni en sus intereses particulares o asociados. Aquí opera, del mismo modo la cooperación/confrontación, y el grado de incidencia en la dinámica del campo político, también depende de cada configuración histórica. A los representados se los puede pensar en un amplio espectro de actores sociales, en una escala de menor a mayor capacidad de coordinación. A modo de simplificación y con el mero fin ilustrativo (sin entrar en la complejidad de las teorías de acción social, que ofrece la casi infinita literatura de las ciencias sociales) se pueden ubicar en el extremo de los menos coordinados (u orgánicos) a los “ciudadanos de a pie”, quienes pueden ser interpretados y clasificados en diferentes conjuntos, con características comunes y diferentes que los agrupan (según los intereses analíticos de esa clasificación). Un ejemplo, puede ser el tipo de inserción en la estratificación social y sus expectativas derivadas. En el otro extremo se encuentran los actores corporativos con capacidad de articulación orgánica para organizar y presionar en el cumplimiento de sus demandas y necesidades - sea por la vía de apoyo simbólico o material, o la confrontación directa o mediada -, aunque tampoco se los debe suponer como grupos homogéneos. En esta categoría se encuentran las organizaciones sociales, los sindicatos - y sus estructuras aglutinantes - , los grupos e instituciones religiosas, el sector privado (que puede tener su primera clasificación general en la inserción de la trama económica), la corporación judicial (preponderantemente de corte liberal-conservadora, principal garante de la propiedad privada), los agentes extranjeros con intereses estratégicos económicos, regionales e ideológicos y las empresas de medios de comunicación, que en ocasiones son orgánicas a alguna o varias de las corporaciones recién listadas (cuando no, parte de las mismas) cumpliendo las más de las veces, con la función de vehiculizar dichas demandas a través de la “opinión publicada”.
Entonces, la heteronomía del campo político viene dada por la relación de los agentes políticos con cada uno de esos conjuntos (heterogéneos) de actores sociales, donde sus demandas, necesidades y expectativas intervienen en la decisión estratégica por la disputa de la representación política.
Como si al cuadro recién descripto no le faltara complejidad, en la disputa por la representación ocurre una situación que podría pensarse como paradojal. Porque los actores sociales con mayor capacidad de coordinación tienen mayores probabilidades de presionar en dirección de sus intereses corporativos, pero a su vez, su propia capacidad de representación sobre el conjunto total de la sociedad es parcial. En cambio, dada las características institucionales que regulan al Estado democrático (en el cual nos encontramos circunscriptos institucionalmente), es la sumatoria de voluntades, juicios o preferencias políticas de la ciudadanía (en nuestro esquema el conjunto más amplio, pero menos coordinado) la que termina por dar legalidad y legitimidad de la representación política formal – institucional.
Es por todo lo dicho que la construcción de la oferta electoral por parte del sistema político, es la síntesis de la “coordinación estratégica de los agentes político”, que según el juicio/criterio de cada facción, elabora una propuesta electoral aspirando alcanzar el punto óptimo de representación política. Estas premisas no intentan dejar de lado variables como la ideología, tradición política, parámetros éticos/morales o demás componentes que hacen a las nociones políticas, sino que ellas se encuentran operando en el “juicio/criterio” que orienta a cada facción.
A modo de síntesis podemos decir que la fundación de partidos políticos, sus fusiones o las alianzas electorales, encuentran su fundamento en esta visión estratégica por la disputa del capital político.
Coordinación Estratégica del Electorado
Hablar del electorado implica reflexionar acerca de su composición tanto material, como simbólica. De esas dos dimensiones se derivan muchas de las claves interpretativas de la comprensión de su comportamiento. Tampoco hay que dejar de lado la dimensión institucional que regula el fenómeno de las elecciones, de hecho en la configuración actual de las reglas de juego electoral vigente, podemos encontrar componentes altamente influyentes respecto del comportamiento electoral. Sobre este último punto hablaremos más adelante, pero antes vamos a repasar las principales nociones que barajan los estudios electorales respecto a las motivaciones del voto.
Motivaciones del voto
En líneas generales los modelos explicativos se pueden agrupar en tres grandes modelos: a) modelo sociológico
, b) el psico-social o partidista
y c) el económico o elección racional
. Los dos primeros desarrollan factores de largo plazo en la explicación del voto, y sus principales variables radican en la clase social o la religiosidad (enfoque sociológico), y la identificación partidista (enfoque psico-social). Por el contrario, el enfoque económico o elección racional centra su foco en factores de corto plazo, como el rendimiento del gobierno (sobre todo a través de sus políticas económicas).
El
modelo sociológico
destaca las características sociales de los individuos como principales variables explicativas de su comportamiento electoral: su afiliación religiosa, clase social, zona de residencia, etc. Las configuraciones de estas características se traducen en predisposiciones a votar a determinadas fuerzas políticas. Este enfoque se adjudica la interpretación de la estabilidad en las decisiones de voto y advierte sobre la débil incidencia de las campañas electorales al momento de optar por una fuerza o candidato. Desde esta perspectiva, ello ocurre debido a que los individuos ubicados en determinadas coordenadas de la estructura social, reciben cierto tipo de estímulos y exposiciones a determinada información política, condicionando de este modo el proceso de construcción de preferencias políticas. Así una persona pensará políticamente de acuerdo a su matriz social y el desempeño de su trayectoria social.El
modelo psico-social o partidista
corre el peso de los condicionantes sociales del modelo sociológico y lo desplaza hacia las actitudes y disposiciones que los individuos desarrollan en referencia al sistema político, de las cuales se sirven al momento de votar. Para esta corriente son importantes tres tipos de actitudes que se traducen como explicativas de la decisión individual del voto: I. la identificación partidaria, II. la actitud frente a los temas de agenda pública que inciden en la carrera electoral y III. la simpatía o afinidad con él o la candidata.Fundamentalmente, este modelo presupone que el voto está fundado en la percepción y el “mapa cognitivo” que poseen las y los electores respecto del sistema político. En la medida que las y los ciudadanos no manejan la suficiente información ni pueden abarcar la complejidad de la misma, se valen de atajos cognitivos. Estos atajos poseen sustento en la “identificación partidaria”, definida como la adhesión afectiva a algunas de las agrupaciones políticas en competición. Así, este modelo toma en cuenta el contexto social, pues esta afectividad se generaría en edades tempranas mediante los procesos de socialización primaria, donde destacan las influencias familiares y del contexto social inmediato de las personas. Como puede notarse, no desentiende de las condiciones sociales que contextualizan a los individuos, aunque las concibe más como marcos y no como factores determinantes o altamente condicionantes del voto. Es decir que, para este modelo resulta conveniente interpretar las motivaciones del voto ponderando las configuraciones subjetivas de los individuos antes que las objetivas (devenidas de la estructura social).
En cambio el
modelo económico o de elección racional
destaca que las y los electores poseen un comportamiento racional motivado y orientado a maximizar sus objetivos individuales. De acuerdo con la elección racional, el acto de votar sería una especie de cálculo sobre los costos y beneficios, en el que cada ciudadano/a votaría al partido que piensa que le reportará mejores beneficios. Para este modelo la dirección del voto no se encontraría directamente determinado, ni por la ubicación en la estructura social, ni por la identificación partidaria del o la electora. En esta concepción cada elector/a, en cada ocasión electoral, evalúa los beneficios y costos sobre la propia utilidad de las políticas pasadas de los candidatos o las promesas a futuro realizadas por los mismos.En este último modelo, cobra fuerza el análisis de las variables económicas sobre la popularidad del gobierno y su respaldo electoral. En este marco, el sufragio es entendido como un mecanismo de control vertical, por el cual el electorado evalúa los gobiernos según su performance en el campo económico y decide castigarlo o recompensarlo con su voto.
A nuestro juicio estos tres modelos deben ser considerados y entendidos como complementarios o subsidiaros a la hora de intentar una cabal aproximación sobre el comportamiento electoral, puesto que sería un error considerar al electorado como un universo homogéneo reactivo a los mismos estímulos. Por el contrario, cada una de las explicaciones aportadas ayudan a adecuar la mirada sobre el fenómeno, que como ya dijimos es complejo y como tal, en el conviven de manera activa (o en estado de latencia) todas las dimensiones mencionadas. Son precisamente estos componentes los que ofrecen herramientas analíticas para entender y hasta prever cómo es que los distintos grupos de electores desarrollarán estrategias coordinadas. Aunque como mencionamos, a diferencia del caso de la coordinación del sistema político, estas ocurren de manera agregada, es decir como sumatorias de decisiones electorales orientada por la percepción de cada uno de los componentes que explican las motivaciones del voto.
Ahora bien, ya contamos con un acumulado conceptual para pensar en el fenómeno electoral, pero vayamos a lo importante y pasemos al análisis de los hechos ¿qué pasa en estas PASO 2021?. Por lo pronto podemos decir que a la “oferta electoral” ya la conocemos, las distintas fuerzas ya presentaron sus listas con internas y todo. ¿y la demanda?, ¿qué pasa con el electorado? ¿Cuál va ser su reacción ante semejante presente? ¿Cómo va a votar? Son las PASO… ¿irán a votar todes? ¿podrán? ¿querrán? , ante tanto discurso mediático de desanimo y malestar, ¿cómo se encuentra la representatividad política? ¿las condiciones en la que nos encontramos, tiene antecedentes? ¿qué dicen los astros? ¿Qué pesa más, la derrota en Madrid o haber descendido? Todas estas preguntas y más, NO serán respondidas!!!. Pero en el próximo apartado le tiramos condetodo en materia de datos para arribar a algunas conclusiones.
2001 Odisea en el espacio (político)
Reflexionar sobre las elecciones en un escenario de crisis social y económica, es subirse a un colectivo que nos deja en la calle “Argentina al 2001”. ¿Es exagerada esta comparación? Desde luego que en 2001 no teníamos COVID-01, pero si consideramos algunos indicadores de la denominada cuestión social, no. Veamos:
No solo no es exagerada la comparación, sino que alarmante. Los datos que arrojan la tabla, son los datos oficiales del INDEC, estimados para octubre de 2001 con muestras de los Centros Urbanos por región y lo mismo para el año 2020 (últimos datos disponibles), y demuestran que los niveles de pobreza e indigencia son peores que los de 2001.
Al igual que ahora, en octubre de 2001 tuvieron lugar las elecciones legislativas nacionales. Esta coincidencia resulta un buen parámetro para observar que efecto tuvo sobre los ánimos del electorado, mas aún considerando que faltarían dos meses para que se produjeran aquellas postales de estallido social y anomia institucional. Este cuadro nos lleva a la primera pregunta: Ese estado crítico de pobreza e indigencia, que en aquel diciembre derivó en crisis institucional, ¿desalentó la concurrencia a las urnas?
Los registros electorales de ese año indican que el 77.07% de la población electoralmente activa concurrió a las urnas, y adelantamos que no fue el registro más bajo de asistencia, si consideramos la serie 2001-2019 como veremos más adelante. ¿Esto quiere decir que las eleciones ocurrirán con total normalidad?, no. Pero sí es interesante el antecedente para pensar la relación crisis social-concurrencia electoral. Aunque es preciso destacar que a diferencia de 2001, existen dos novedades, por un lado la pandemia y por el otro las PASO (recordemos que las mismas entran en vigencia en 2011). Por lo tanto podemos pensar que la asistencia/ausencia electoral será la resultante del peso de cada uno de esos tres elementos, crisis social, PASO y pandemia. Para profundizar en la relación crisis de representación política y ausentismo electoral, resulta conveniente repasar qué ocurrió en 2003, año en el que también se evidencian otros indicadores atípicos producto de la crisis de representación política, pero que tampoco demuestran un bajo nivel de asistencia electoral.
El siguiente gráfico recopila los niveles de asistencia electoral del período 2001-2019 y demuestra que la alta participación electoral se mantiene constante:
La asistencia electoral mas baja en la provincia de Buenos Aires se registra en las legislativas de 2009 y su piso fue de 76,79%, por lo que en referencia a la cuestión del descontento de la ciudadanía con el sistema político se puede seguir explorando con otros datos, pero todo parece indicar que un pronunciado ausentismo no estaría linealmente relacionado esta manera. Como ya dijimos, la asistencia electoral de este turno, estará explicada también en buena medida por los otros dos elementos: La pandemia y las PASO.
Sobre la pandemia, podemos decir los indicadores sobre contagios y decesos parecen estar mejorando, pero resulta difícil estimar la percepción por parte de los distintos grupos de ciudadanos sin un estudio especifico y preciso. Respecto de las PASO, como mencionábamos es un componente de las reglas de juego electoral que tiene su incidencia en la dinámica electoral.
Las tablas indican que el registro mínimo para las PASO es del 77.01% y el máximo de 81.37% (este corresponde a la inauguración de las mismas, 2011), y el promedio es del 78,9%. En las generales estos porcentajes se elevan, siendo el piso de 78,66%, el techo 82,8% y el promedio de 81,5%. La tercera tabla demuestra que el máximo de elasticidad de asistencia/ausencia en un turno eleccionario entre PASO y Generales es de 5,79% y le corresponde al año 2015.
Antecedentes electorales
Como ya vimos, la crisis social-económica y la de representación política no guarda una relación directa y pronunciada respecto al ausentismo electoral (hasta la fecha). ¿Pero esas crisis, no tuvieron ningún efecto sobre cómo votó el electorado?. Veamos la siguiente tabla dinámica (permite interactuar con los datos, tanto como con la barra de búsquedas -buscar- o cambiando el orden de las columnas con las flechas arriba y abajo )
Si interactuamos con la columna de votos en blanco y nulos
, lo primero que vamos a notar son los altísimos porcentajes que obtuvieron en 2001, a este fenómeno se lo denominó voto bronca
, y fue la clara señal de la enorme crisis de representación política que transformó la organización del sistema político
. La continuidad de este efecto de crisis institucional y de representación de partidos la podemos ver si reparamos las columnas de los coeficientes NEP
Y NP
. Estas siglas corresponden a Número Efectivo de Partidos y Número de Partidos respectivamente, y lo que miden es el número de los partidos más competitivos que se presentan en una elección. Cabe aclarar que si bien presentan mínimas diferencias entre si, es porque el método de medición es distinto en cada uno, pero el objetivo es el mismo. La clave para leerlos es pensar un punto intermedio entre los dos y mirar los demás datos de la tabla, como por ejemplo el índice de ” Concentración “, que refiere al acumulado porcentual de las dos listas mas votadas.
Considerando las mediciones de estos índices, si revisamos lo que ocurre el año 2003, vamos a notar que el NEP
y NP
son los mas altos de todas las elecciones y por consecuencia el índice de Concentración
el mas bajo. ¿eso que quiere decir?, que se rompió la unidad de listas por partido y la capacidad de recepcionar la mayoría de los votos en una contienda polarizada. Esto también queda explicado si se observa el índice de Fragmentación
, que como insinúa su nombre lo que mide es la fragmentación (o repartición) del voto en las distintas listas en competición, cuanto mas se acerque a 1, los votos están mas dispersos, cuanto mas se acerque a 0 los votos se encuentran mas concentrados.
Lo expuesto hasta aquí, pone de manifiesto que la crisis de representación política se expresó primero en términos de la oferta electoral, con una cantidad de listas incapaces de concentrar los votos en 2003 y segundo, por el lado del electorado la decisión de castigar con su voto (mayoritariamente en blanco y nulo) a la dirigencia política.
Con el correr de los años, los datos demuestran que el kirchnerismo
, desde la institucionalidad del Estado, fue consiguiendo institucionalizarse como una opción electoral con buenos y constantes niveles de votos, mientras que el arco opositor fue fluctuando, en ocasiones construyendo frentes electorales con capacidad de cosechar votos, así como también con variabilidad de perfiles ideológicos. Esta dinámica persiste hasta las elecciones de 2015, cuando después de la primera vuelta se inaugura lo que hasta el momento parece ser una tendencia, el pasaje del bi-partidismo
(agotado en 1999) al bi-frentismo
, consolidándose hasta la fecha. Sobre este punto vamos a trabajar en la próxima entrega, luego de estas PASO.
Pronósticos PASO 2021
Si llegaron hasta acá, gracias por la paciencia, viene la recompensa. Al inicio nos preguntábamos ¿cómo va a votar la gente?… acá un poco de información para calmar la ansiedad (o incrementarla!). Veamos que dicen las encuestas:
La tabla de arriba contiene sondeos realizados por distintas consultaras entre el período 27-07 hasta el 03-09-2021. También hay que decir que acertar en los pronósticos electorales, suele ser un aspecto controversial de las encuestas electorales (por su puesto con honrosas excepciones). En función de eso se despiertan ciertas suspicacias respecto a los verdaderos motivos de tales fallas. Sin querer dejar las suspicacias de lado, también es cierto que existen distintas dificultades al momento de intentar medir la intención del voto, y un factor determinante es la variable ” tiempo ” y la distancia con la que se recolectan los datos y el día de la información.
Los resultados darían como ganadora a la candidata del Frente de Todos
, Victoria Toloza Paz
con un promedio de pronóstico de votos de 31.4%
y con valores mínimos de 16% y máximos de 39.1%. Seguida por uno de los candidatos de Juntos
, Diego Santilli
con un promedio de 22%
, y mínimo de 17.5%, máximo 27.6%. En tercer lugar, si seguimos el orden de los promedios, se encuentra el acumulado de indecisos
con un 10%
, aunque el siguiente candidato en la lista es Facundo Manes
con una media de 9.8%
, con 6.5%, 13.2% de mínimo y máximo respectivamente. La lista sigue con Randazzo
con 6.6%
y Espert
con 5.9%
y mas rezagados los candidatos de izquierda
Nicolás del Caño
con 4%
y Bordat
con 2.9 %
(sobre este estos últimos, en no pocos informes los valores que presentaban se encontraban duplicados).
En síntesis, las estimaciones promedio dan 34.4%
para el FdT
y 32.6%
para Juntos
, reiterando entre ambos espacios la tendencia de polarización
con el 67%
de las preferencias electorales.
Por otro lado, si bien son elecciones legislativas y las asignaciones de escaños ( bancas ) se realizan de manera proporcional a través del sistema D´Hont, lo cierto es que en términos de imaginarios y legitimidad, lo que se está jugando es el respaldo al gobierno y cómo es que se encuentran las relaciones de fuerzas respecto del principal frente opositor (Juntos). La contienda parece estar muy ajustada y lejos quedó aquel registro de la amplia ventaja que supo conseguir el oficialismo
en la provincia de Buenos Aires
en las últimas elecciones, donde obtuvo el 52.61%
de los votos afirmativos en las PASO
, contra el 30.77%
de Juntos por el Cambio
, marcando una diferencia de mas del 20%. A Juzgar por la proyección
de los promedios, ambas fuerzas se encuentran en un "empate técnico"
, como en aquella vez de 2017
(aunque con unos puntos menos de caudal de votos).
Pero, ¿qué tan acertadas son las encuestas?, veamos cuáles fueron sus desempeños en 2019:
Como con las tablas anteriores, para simplificar su lectura y extraer conclusiones, acá va un resumen con los valores mínimos, máximos y promedios para las listas del Frente de Todos y Juntos por el Cambio (agregado nacional):
Siendo los valores de la contienda nacional, los siguientes:
Los resultados demuestras una sub-estimación
del voto del Frente de Todos
y una sobre-estimación
del de Juntos por el Cambio
, con una diferencia
promedio de 8.5%
para el primero
y 3.4%
para el segundo.
Cabe resaltar que ni el valor máximo en las encuestas para el Frente de Todos, no se acercó lo suficiente, siendo este 43.7%, mostrando una difrencia de estimación del 4.9%, un error alto para los estándares de calidad en este tipo de estudios.
Bueno, hasta acá llegamos con los conceptos y los datos, ahora los hechos tienen que hacer lo suyo, entonces volveremos sobre ellos y reflexionaremos al respecto, tratando siempre de entender un poco más sobre lo complejo de los fenómenos electorales.
Acá les dejamos una yapita, un conjunto de encuestadoras que realizan este complejo y cuestionado trabajo. Las columnas muestran la evolución de todos los valores de cada candidato/a de los períodos 27/7 a 3/9, con la referencia de las consultoras que los/as midieron ( pasando el puntero por los puntos, arrojará información detallada )